A
inicios de la década de 1980, el cine documental vuelve a sus orígenes
revitalizado con la eliminación de elementos narrativos que, para muchos
críticos e historiadores del cine, lo
emparentaban con el drama y que lo habían convertido en una variante de los
géneros propios de la ficción. La desaparición de recursos como la narración,
la presencia de un personaje y la estructura tradicional aristotélica de tres
actos, proporcionó a los documentalistas un salvoconducto para explorar los
límites de la imagen pura. Cineastas como Ron Fricke, Godfrey Reggio y Errol
Morris han encabezado un movimiento que pretende conseguir con la imagen pura,
la música y los sonidos la respuesta del espectador, que es el quien debe dar
sentido a las imágenes.
Rodaba
con una técnica audiovisual denominada hiperrealismo caleidoscópido y con una
cámara de 70 MM, diseñada por el mismo Ron Frickie, director del documental, se
nos presenta BARAKA, una de las piezas audiovisuales mas grandes de la década pasada,
la cual hoy por hoy aún posee un alto prestigio entre directores
contemporáneos, tanto del cine documental, como el de ficción.
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